jueves, 17 de octubre de 2013

Querida amiga,

   no sé qué ha pasado entre nosotras, qué es lo que ha hecho que nos distanciemos, tal vez fueron esos abrazos que no nos dimos cuando más lo necesitábamos o quién sabe, a lo mejor fue el verano.
Ya no sé qué locuras te pasan por la cabeza.
No sé tu canción favorita, ni esa película que tanto te hace llorar.
No sé si prefieres el perdón o el olvido, si te gusta más el café solo que con leche, los amaneceres o los atardeceres, no sé si prefieres las mañanas de los lunes a las noches de los domingos, si cierras los ojos cuando te duele la tripa, si cuando cortas con tijeras sacas la lengua fuera, no lo sé.
      Decíamos que seríamos mejores amigas para siempre, viviríamos juntas o algo así. Sí, como en las películas. Pero supongo que lo nuestro fue más un cortometraje.
      Y es de madrugada, miro al techo intentando que las lágrimas no empiecen a descender por mis mejillas y no dejo de pensar en esas sonrisas falsas que no me pertenecían, esas conversaciones tan profundas hasta las tantas de la noche que tanto me hacían reflexionar, esos juegos de entre clase y clase o de cuando faltaba un profesor, ¿y qué ha ocurrido con todo eso? Hasta hace unas semanas me decías que tenía que ser fuerte, que no estaba sola. Que eras mi hermana. No sé si nos habremos cansado la una de la otra, que tantos momentos con una persona se hace raro de creer, ¿no? Pero la mayoría de mis pocos recuerdos felices son contigo.
      Que, por no saber, no sé ni qué día empecé a morirme por dentro por culpa de tu ausencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario